Ricardo Menéndez
Salmón:
«La ofensa», novela filosófica
Ricardo
Menéndez Salmón: «La ofensa», Seix Barral, 2007.
Todo su
contenido se desarrolla al compás de la historia que se narra, la de un soldado
alemán de la segunda guerra mundial, pero la historia, además de lo narrado en
sí mismo, contiene una tesis de fondo, que me atrevo a defender que queda muy cuajada
en el capítulo central, dedicado a reflexionar sobre el cuerpo –a modo de eje
sobre el que gira toda la temática-. Es esta tesis de fondo lo que hace de esta
novela algo más que pura ficción, pura recreación, pura regurgitación de datos
históricos o puro bello lenguaje. Es este argumento temático que está como en
la sombra, aunque visible, si se mira bien, lo que le da consistencia
filosófica.
Ricardo nos
plantea en este texto no sólo una honda historia humana, la del soldado que ha
de vivir una guerra, sino una reflexión sobre si el cuerpo y el alma son una
misma cosa, sobre si nuestras emociones e ideas son ellas mismas cuerpo o no,
sobre la muerte sucesiva de varios niveles de cuerpo o ¿es quizá sobre la
muerte sucesiva de varios niveles de alma? Spinoza había dejado dicho «Nadie,
hasta ahora, ha determinado lo que puede el cuerpo» (E, III, 2 Esc.). Menéndez
Salmón entra en ese enigma y ensaya un recorrido de las líneas que contornean
el cuerpo-alma.
Pero todo este
tema de fondo se teje a su vez sobre otra frontera tan difícil de trazar como
la anterior: la del sujeto individual y la del cuerpo social al que pertenece.
¿Qué pasa cuando nuestra sensibilidad no está provista de suficientes válvulas
de escape, que nos emboten, embrutezcan o alienen como huida ante la adversidad,
y cuando tenemos que cargar corpóreamente con «la ofensa» del grupo al que
pertenecemos?
El protagonista,
un joven sastre dotado de una extrema sensibilidad, tiene como es obvio sus
propias sensaciones y elabora sus propios sentimientos y concepciones, pero
estas elaboraciones contienen una pasta más densa de la que no es posible
sustraerse, que es justamente, en un plano ineludible, la de ser alemán y la de
no poder dejar de serlo. ¿Se trata el problema, quizás, de tener tres cuerpos:
el cuerpo-orgánico, el cuerpo-alma y el cuerpo-social interconectados o, tal
vez, siendo una misma cosa?
No podemos
contar la historia sin comprometer el espacio de espontaneidad que toda futura
lectura desea tener, pero puesto que las ideas no son siempre obvias y sólo lo
son las palabras, me he atrevido aquí a contar la trama de ideas que he visto,
suponiendo que pueden verse otras y suponiendo que las que yo he visto pueden
ser discutibles, pero ese mismo fragor de ideas es lo que nos hace degustar el
alimento intelectual, que ya no sé si va a parar al cuerpo o al alma.
SSC
Gijón, 4 de abril de 2007
Publicado en: «Una novela filosófica», La Nueva España, Suplemento Cultura nº
763, pág. VI, Oviedo, jueves, 19 de
abril de 2007. Versión similar
publicada en «Eikasía. Revista de Filosofía».
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