En busca de la ortodoxia.
Marcelino Menéndez Pelayo, un siglo después
Anda ahora por nuestras librerías una nueva edición de la «Historia de los heterodoxos españoles» (Homo Legens, 2007), cuya primera edición es de 1880-1882, de aquel joven Marcelino Menéndez Pelayo (1856-1912), de quien ha quedado constancia que consumía varios libros en un día, todos los días. A buen seguro una de las mentes más memoriosas y capaces en mucho tiempo. Pero, ¿no es ésta una obra visceral de un católico a machamartillo (que hoy llamaríamos seguramente fundamentalista)?, ¿no es, por tanto, una obra más ideológica que científica, más dogmática que crítica? Bien pudiéramos mostrar que lo fue, en gran medida, en aquel escenario ideológico donde nació. Pero ha de reconocerse que aun entonces constituyó ya un ensayo de investigación de largo recorrido y de muchos pliegues de interés. Y, ahora, que nos es dado retirar aquella polvareda de pasiones secundarias y circunstanciadas, ¿no habríamos de sacar provecho con la lectura y la consulta de esa historia del pensamiento español, ni aunque tenga tan gran calado? Llega una edad, después de la infancia, en que ya no hay que leer para sintonizar o identificarse con el autor sino como medio de entender mejor los problemas, en el contraste, y hasta a manera de acicate crítico.
Aunque de mis clases universitarias ya me
resonaban en los oídos algunos lugares comunes sobre don Marcelino y la cohorte
de seguidores y detractores, hube de encontrarme con la «Historia de los
heterodoxos españoles» alguna década después en aquella investigación que hice
sobre los avatares decimonónicos del jovellanismo, y quedé prendado de esta
obra (hasta entonces en el limbo de las obras reaccionarias). En la mayor parte
de los casos disentía por completo de la perspectiva menendezpelayista, quiero
decir, andaba muy lejos de las esencias nacional-catolicistas archimetafísicas
y de interpretar la historia de España en clave maniquea, pero no me disgustaba
lo que allí veía de reivindicación de una tradición injustamente relegada (aun
cuando yo llegara con aquellas premisas muchas veces a unas conclusiones
inversas). Quedé prendado de esta obra, en la que la carga ideológica descarada
podía ahora volverse un aliciente más para profundizar mejor en los pliegues
del devenir histórico, y de la que no cabía duda era una primera genial
síntesis de toda una historia de quince siglos por donde desfilaban autores
conocidos al lado de una caterva de olvidados, para trenzar el curso de esa
malla hecha de ideas religiosas, políticas, científicas, literarias y
filosóficas. ¿Qué más da que el pasional Marcelino partiera de la premisa epistemológica
de la catolicidad hispana intemporal como criterio de validez? Hasta eso, hoy,
puede ser un estímulo añadido.
SSC
20 de marzo de 2008
Publicado en: «En busca de la ortodoxia. Marcelino Menéndez Pelayo, un siglo después». La Nueva España, Suplemento Cultura nº
798, pág. 3 Oviedo, jueves, 20 de marzo
de 2008. Versión similar
publicada en «Eikasía. Revista de Filosofía».
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