30 jun 2013

Escritos literarios 12 Impávida metamorfosis de la filosofía


Cambio de escena sin cambio de escenario.
Impávida metamorfosis de la filosofía



En aquel tren universitario Gijón-Oviedo sonó como un apotegma indiscutible: «¡en los últimos veinte años todo ha cambiado!», al tiempo que, sin saber cómo, impuso el silencio en aquella refriega de voces. En la quietud inesperada en que entramos todos, me quedé absorto en una cadena de ideas que ya no pude detener hasta que un automatismo aprendido me puso de nuevo sobre el andén.

Era evidente que habían cambiado muchas cosas en tan solo veinte años. No traté de enumerar los datos sobresalientes uno a uno y por categorías: los más de quinientos nuevos millones de habitantes del planeta (nuevos famélicos); las nuevas masivas migraciones ilegales (nuevos delincuentes); los millones de recién aparecidos internautas con sus nuevas impasibles costumbres comunicativas, sólo en apariencia autistas; la proliferación de conversaciones a distancia por el móvil imprimiendo nuevo ritmo a la vida; China; el Islam; las torres gemelas; el muro de Berlín, la crisis de las ideologías… No traté de enumerar ni de ordenar todo esto, aunque sí formó en conjunto una nebulosa en el trasfondo de mis cogitaciones.

Siendo éste el contexto vaporoso sobre el que discurría, la forma nítida que se me impuso cincelada sobre las demás (fácil de ver y difícil de explicar) fue la del punto de unión de dos grafías, en el momento en que una se está cerrando y abre paso a la siguiente. La primera arrancaba de 1789 y la segunda venía a coincidir justamente sobre nuestras mismas cabezas. Decidir la fecha exacta de la inversión del trazo era para mí algo embarazoso y cabía suponer que cada cual elegiría según su idiosincrasia: los del parchís, de oca a oca: 1989; los del mus: el  envido de 2001; los del póquer: la crisis financiera de octubre de 2008 o quizá no, porque todavía había de sobrevenir algo inmediato y más rotundo.

Se veían dos siglos de industrialización, tecnología, éxito científico y ubicuidad de la bolsa, y a la vez de «libertades» individualistas, masificación y proliferación de enfermedades psiquiátricas, de ideologías revolucionarias igualitarias, de conciencia ecológica, y se veía el final de este esquema de pensamiento, pero no precisamente porque «todo» fuera a cambiar, sino porque con seguridad algo en el lenguaje pretérito estaba dejando de significar... (izquierda/derecha, si hay que ejemplificar).

Si la filosofía tiene entre sus funciones atreverse a dar nombre esencial a los fenómenos del presente, entonces hay que buscar a los que ya han penetrado en esta escena.

Tras los «maestros pensadores» del XIX con sus grandes relatos, Hegel, Marx, Nietzsche... –con permiso siempre de Schopenhauer– y Freud (ya en el XX), están quienes intentan corregir aquel excesivo peso historicista, Heidegger, Foucault, Lacan, Deleuze... al tiempo que otros buscan alternativas (Habermas) o arremeten contra las sombras fantasmagóricas del pasado: los Glucksmann y los postmodernos, Lyotard, Baudrillard, Vattimo, para finalmente, gestionar ahora no tanto una modernidad resquebrajada sino un tiempo que se abre donde ensayar nuevas síntesis.

Empezando por el pensamiento español, si la obra de Gustavo Bueno hasta los ochenta supone todo un sistema filosófico bien trabado, a partir de los años noventa lo que fundamentalmente ha proseguido es tratar de conceptualizar sagazmente este cierre de ciclo, tal como quedó apuntado en «España frente a Europa» (1999) y en «El mito de la izquierda» (2003) que habrá de quedar ahora completado muy pronto con su simétrico «El mito de la derecha» (pendiente de publicación). La descripción de la nueva moral y de la nueva política de nuestra rabiosa actualidad, señalando el fundamento de sus «apariencias», las viene acometiendo entre otras en: «Televisión: Apariencia y Verdad» (2000) y «La vuelta a la caverna» (2004).

Vemos también en las últimas dos décadas un esfuerzo por aclararse con la vivencia religiosa (¿acaso superada?) en A. Comte-Sponville («El alma del ateísmo»), D. Shayegan («La luz viene de Occidente»), M. Onfray («Tratado de ateología») y G. Bueno («La fe del ateo»), y en tantos otros...

Vemos igualmente un esfuerzo por aclararse con la política, la moral y la ética: J. Echeverría parece que quiere avanzar por la perspectiva spinozista nunca suficientemente recuperada («Ciencia del bien y el mal»), P. Sloterdijk trata de inventar un nuevo lenguaje que se pliegue mejor a la nueva complejidad («Crítica de la razón cínica» y «Esferas»), S. Zizek sin renunciar a la vía de la revolución se aleja de la estrategia de la tierra quemada («El frágil absoluto»...), y, más plegado editorialmente al gran público, G. Lipovetsky («Los tiempos hipermodernos»...) trata de medir lo que hay de nuevo y de intemporal en los actuales fenómenos morales. Algunos, como Víctor Gómez Pin se ocupan de la regeneración pedagógica de la filosofía pero sin concesiones a la simplificación («Filosofía. Interrogaciones que a todos conciernen»). Fundamental, por su sistematismo y profundidad el «Primer ensayo sobre las categorías de las ciencias políticas» de G. Bueno.

En ocasiones lo más interesante no versa sobre «lo nuevo» sino que profundiza con encendidos bríos sobre clásicos problemas, por ejemplo, sobre aquel intento de la fenomenología de Husserl de encontrar los cimientos simbólicos del pensamiento humano, que está ahora progresando de la mano de Marc Richir («Phénoménologie et institution symbolique»...) o derivando con Alain Badiou y otros hacia un nuevo materialismo no reduccionista (donde vemos concomitancias importantes con G. Bueno) o hacia un renovado materialismo fenomenológico, como el que está desarrollando R. Sánchez Ortiz de Urbina en España.

Pero esto no es todo, ni mucho menos, porque tenemos que quedarnos sin hablar de la filosofía de las neurociencias y de… pero, no se inquieten, el fin de los tiempos no ha llegado, aunque sí hemos arribado a la próxima estación. Otros trenes vendrán.

                                                                                                         SSC
                                                                                                         23 de octubre de 2008


Publicado en: «Cambio de escena sin cambio de escenario. Impávida metamorfosis de la filosofía». La Nueva España, Suplemento Cultura nº 817, págs. 8 y 9,  Oviedo, jueves, 23 de octubre de 2008.  Versión similar publicada en «Eikasía. Revista de Filosofía».

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